A decir verdad, ahora quiero hablar sobre "Heat" pero no sé porque. Y sabia el motivo, pero ya no lo recuerdo, por lo tanto, el prologo (por llamarlo así) no va a existir. Solo la comentare y destacare por lo que a mí me parece interesante, sin seguir un hilo que he intentado llevar para relacionar un tema con el otro. Como dije ya hace tiempo, este blog se basa en la ausencia de orden, lo más parecido a un sistema anárquico.
Heat, película del año 1995. Dirige Michael Mann (he hablado sobre otra de sus obras, Collateral y asimismo también es el responsable de películas como "El dilema" o "Corrupción en Miami). Protagonizan; Robert De Niro, Al Pacino, Val Kilmer entre otros. Sobran las palabras.
Cinta que para encontrarla en el videoclub tenemos que ir al apartado que ponga "acción". Pero es mucho más. De hecho, la acción, propiamente y en el sentido más estricto del término, digamos que no abunda, aunque pose una de las escenas más logradas e interesantes del thriller de acción moderno. Pero vayamos por pasos:
Este hombre (Michael Mann) siempre intenta darle un enfoque algo distinto a lo convencional a sus metrajes. Esto es, basa la acción (tiros y explosiones) en el dialogo y la vida de los personajes. De este modo, en esta ocasión, logra explicar una historia en la que los dos protagonistas principales (De Niro y Pacino) proyectan sus intensas vidas en medio de un contexto de violencia y persecuciones. Es algo más profundo que la clásica acción (insisto, tiros y explosiones). Nos narra cómo se cruzan por el camino dos existencias (una desastrosa y la otra gloriosa) y como sus respectivos trabajos se entrometen el uno con el otro, creando una especie de obsesión enfermiza por ser el mejor. Algo así como el bueno y el malo. La prueba para entender de lo que hablo la encontramos en la conversación que mantienen Neil McCauley (Robert De Niro) y Vincent Hanna (Al Pacino) en un restaurante, tomando tranquilamente un café y discutiendo quien de los dos merece morir y porque. Los diálogos en general (y este en particular) no tienen desperdicio. Se agradece mucho el nivel de perfección en las conversaciones. Y más tratándose de una película en la que hay que disparar más y provocar más explosiones (me vais a perdonar la redundancia).
Nos habla así mismo sobre valores como la fidelidad, la honradez y la profesionalidad. Todos estos ingredientes mezclados en la piel de cada uno de los integrantes del reparto y que a medida que avanza la trama, se agudizan más. Asimismo, hace acto de presencia el amor, típico elemento muy utilizado para cualquier película que no tenga salida. Pero se proyecta desde un punto de vista frio, desde la lejanía, como algo que esta pero que no sirve para nada. Aquí lo único que importa es ganar. Pero no a cualquier precio. Y hay que recoger el mayor de los botines posibles, sea del tipo que sea.
Incluso se hace un apunte a cerca de la venganza. Un momento de la historia que cambia el devenir de la misma y que a la postre sirve de trampa mortal para Neil McCauley. De cualquier otro modo, el desenlace hubiera sido una autentica mierda. Pero el director consigue darle sentido a ese "final feliz". Es una de sus principales grandezas. Cometer un error se paga caro. Si no se mete la pata, todo sale a pedir de boca. Tenéis que verla para entenderme. Pero a lo que me vengo a referir es que tanto al bueno como a los malos, se les da las mismas oportunidades, parten con las mismas ventajas. Por eso, la muerte de uno de los integrantes de la banda en el tiroteo en medio de la calle o la huida de otro gracias a la lealtad y amor de su compañera, llenan de estímulos a esta película.
Por lo tanto queda claro que la historia mezcla una serie de elementos emocionales con los objetivos profesionales de unos y los otros para acabar decidiendo el buen hacer, el empeño, la perseverancia y los errores de cada cual. Elementos todos sumados que alejan a la cinta del thriller de acción convencional, puro y duro. (Y, hay tiros y explosiones, increíble pero cierto)
Por último concreto un poco más la escena de acción a la que venia refiriéndome y de la que guardo un grato recuerdo. Es casi como un referente. De entrada, la duración de la misma. Ese prolongado espacio de tiempo parece hacerse eterno y en ningún caso da la sensación que la banda de atracadores de Neil McCauley lo tenga controlado. Le otorgan mucha fuerza e intensidad.
Por otro lado el escenario, esto es, en mitad de la calle. Rodeados por la policía y armados con armas automáticas, a pecho descubierto como se dice vulgarmente. Parece que la improvisación sea una de sus armas más poderosas, incluso por encima de sus ametralladoras. La individualidad, como cada uno escoge su camino, pero, sin olvidar a sus compañeros caídos.
Creo que nada más.
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