jueves, 17 de noviembre de 2011

"Por eso usted vive aqui y yo solo estoy de paso"

En el mundo del séptimo arte, las cosas no ocurren por casualidad. Es decir, toda historia tiene detrás un guion (lógicamente) que nos va relatando la trama, ciñéndose estrictamente a dicho escrito. Sucesión de acciones y acontecimientos debidamente redactados. Siempre hay sitio para la improvisación, claro está, pero la mayor parte del tiempo las cosas ocurren porque deben ocurrir. De este modo, cuando uno ha visto una buena cantidad de cine, en algún momento, viendo alguna película (la que sea) puede llegar a preguntarse sobre la ausencia de las casualidades. A ver si logro explicarme:
Situémonos. Una película, da igual, la que cada uno piense. Mencionar una sería contraproducente. A medida que se desarrolla la trama, las cosas se suceden, siguen un orden lógico. Lo lógico que dicta el guion. Esto es, desde lo más surrealista e inimaginable del mundo hasta lo más previsible y ridículo. Pero el/los personaje/personajes no se alimentan de las casualidades, en cierto modo de la suerte, que tan cotidiana es para cualquiera de nosotros en nuestras respectivas vidas. Hace un rato hablaba del factor suerte en Match Point. Es algo parecido. Por supuesto que existe la suerte/casualidad en los films, claro que sí. Pero en casi ningún caso son elementos definitorios en el devenir/porvenir de la trama/personajes. Y son momentos puntuales. Todo está debidamente establecido.
Hoy quiero hablar sobre una película titulada "Giro al infierno" el "padre" de la cual es un tal Oliver Stone que tal vez alguno habrá oído hablar de él. Y es un film como cualquier otro, con un guion que determina la historia y con unos personajes que viven de lo que está escrito en el texto. Pero con una diferencia significativa: La casualidad. El azar, un imprevisto. Como queráis llamarlo. Es una maldita eventualidad la que lleva al protagonista Bobby Cooper (Sean Penn) a tener que detenerse en un recóndito lugar de Arizona. Su coche se avería en el peor momento, en el peor lugar. A partir de ese instante, y solo empujado por la casualidad, la trama empieza a tomar forma. El origen no es ningún otro, solo el azar.
Es asombroso presenciar como con unos pocos elementos, el director consigue hilvanar una historia sencilla pero impactante, de corta durada en el tiempo per agónica, sin aparentemente nada que contar pero con mucho sentido. A penas una sola localización central, Superior, el pueblo en mitad de ninguna parte. En palabras del protagonista; "-Parece un pueblo, solo que más feo". Debo hacer un paréntesis. (En breve hablare sobre las expresiones en el cine norteamericano, cosa que me entusiasma y de la que he de reconocer que he aprendido mucho. Expresiones como las que acabo de mencionar y que muchas llevan el sello inconfundible de Hollywood. Pensare en un par de ejemplos en las que la semántica sea extraordinariamente enriquecedora aunque la película en cuestión sea un autentico bodrio) Cierro paréntesis.
A lo que iba es que con poco, Oliver Stone consigue mucho. Estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la película es un poco extraña. Este es un término un tanto incompleto y genérico. Como yo lo veo, extraña por los personajes que van apareciendo y por la forma que tienen de ver y vivir. Pero quizá fuera necesario plantearlo así, pues de otra forma hubiera quedado demasiado sencillo e incluso poco creíble. A retener: El personaje de Billy Bob Thorton, en el papel de mecánico con pintas de loco. Impagable. Quiero destacar este título por tres motivos; el primero ya lo he dicho. El segundo se refiere a un detalle cinematográfico que a nivel muy personal me parece genial y que para mi gusto no se da mucho en el mundo del cine. Estoy hablando de aquellas historias que empiecen y acaban igual. Que cuando a finalizado, te queda esa sensación de haber estado todo el tiempo que ha durada la proyección metido en una especie de bucle, perdido en el tiempo y en el espacio. (El tercer motivo, y ya para obligarme a salir de mi propia trampa trata sobre los desenlaces de los que vengo hablándoos tiempo ha). En giro al infierno se dan esas circunstancias, y además a la perfección. Por un lado, las andanzas de Bobby Cooper por el pueblo (o agujero en mitad de ninguna parte), todas y cada una de las situaciones que le van aconteciendo, son fruto de una casualidad, como decía. Pero al final (y al principio), el desenlace es el mismo (valga la redundancia). Nuestro hombre empieza a contarnos su viaje desde el interior de su coche. Nos lo termina de contar, subido en ese mismo coche. Todo lo que ha pasado mientras tanto es la película. Imaginemos coger los 5 primeros minutos de metraje y sumarle los últimos 5. ¿Qué resultado tenemos? Es el mismo, con el mismo objetivo pero en distinta situación. No ha pasado nada y ha pasado de todo. A parte, como Oliver Stone decide poner fin a la historia es perfecto. Parece que a fin de cuentas todo haya sido una mala pasada del destino, solo un juego, algo macabro y cruel, pero que no tiene continuidad. Y no es así. Su historia muere con él, en el mismo punto en que la inicio, todo por culpa de una jodida casualidad. Este es sin lugar a dudas un perfecto desenlace. No es el mejor, pero, la vida no es perfecta.



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