viernes, 11 de noviembre de 2011

"Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida"

Creo que he entrado en un bucle un tanto jodido del que no estoy seguro poder escapar...

Aquel que dijo más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida.
La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte.
Asusta pensar cuantas cosas escapan a nuestro control.

Me dispongo a charlar un rato sobre un film, como lo diría, un tanto especial. No estoy seguro si esa es la palabra correcta. Una película distinta, alejada de lo convencional (aun y contando alguna cosa cotidiana en las relaciones humanas), y sobretodo intensa. Una historia hermética, un tanto profunda y ejemplifica dora sobre como es nuestra raza y como puede llegar a actuar cuando se encuentra sometida bajo mucha presión. Y lo mejor de todo (a mi entender): Es creíble.
El director tiene mucho que decir en esta obra. Por supuesto en la mayoría de películas, pero en las suyas más si cabe. Su estilo único e intransferible no admite plagios. Es de ese reducido y selecto grupo de directores que podríamos incorporar a una imaginaria lista de "top ten". Aunque con un matiz, e importante: Yo creo (y no soy el único) que es un cineasta que no deja indiferente a nadie, o te gusta o no te gusta, no entiende de tonalidades de grises, es blanco o negro. Y yo, para joder un poco, voy a decir que me gusta pero no me entusiasma. ¿Entonces mi reciente "teoría" se va a la mierda? No exactamente. Su cine no me cautiva especialmente, sobretodo por sus relatos, pero eso no significa que sean malas, solo que a mi, a titulo personal, me gusta más otro tipo de genero e incluso otro tipo de estilo. Ósea que si tuviera que mojarme diría que estoy más bien en el bando de a los que nos les gusta o a los que les crea cierta indiferencia este director y que no es otro que Woody Allen. PERO, como siempre en la vida, nos guste o no, hay excepciones. Las excepciones son el arma más peligrosa para las personas con principios como yo. Si me hubiera regido por esta máxima, tal vez nunca hubiera visto la película de la que quiero hablar y que no es otra que Match Point. Doy gracias a Dios por no haberme escudado irremediablemente bajo la coraza de mis ideas pues ver este film es algo grande.
Y aunque quiero hablar de el por su final (dado que, como decía estoy dentro de una espiral relacionada con los desenlaces en las películas) quiero antes permitirme el lujo de comentar brevemente su fascinante y absorbente historia.
De entrada la ves y te preguntas, ¿puede pasar? Por supuesto que no.
Pues la respuesta correcta es; claro que si. ¿Porque no?
¿Como de débiles somos cuando se trata de tomar decisiones? ¿Como de frágiles? ¿Como de irracionales e impulsivos? ¿Como y cuanto? Mucho.
Yo creo que nos cuenta una historia sobre un dilema, sobre el dilema de un hombre que debe escoger entre tener una vida acomodada y fácil o no tenerla. Pasarme toda la maldita vida fingiendo o por el contrario pasármela huyendo. Y todo ello empujado por la irrefrenable pasión para hacia una mujer. Crónica de un deseo y sus consecuencias. Seria el titulo técnico. A medida que se desarrolla la trama, el espectador puede perfectamente sentirse atrapado y poderosamente afligido hacia el personaje de Jonathan Rhys Meyers (Chris Wilton). Si bien él se lo ha buscado, las consecuencias derivadas de sus actos no solo le corresponden a el. Esto es; el principal culpable de la situación por la que atraviesa (atrapado entre dos mujeres) es el mismo, pero la señorita Nola Rice (Scarlett Johansson) también tiene algo que decir en este affaire. Pero no es así. La película relata como de débil puede ser un hombre empujado por la pasión y el deseo. Y como de torpe. Porque en ningún caso nadie le ha puesto piedras en el camino, se las ha ido poniendo el solo. Hasta que se halla en un punto de no retorno. Y entonces hay que actuar, bajo presión, rápido y sin calcular demasiado sus acciones. Y he aquí, en este punto, cuando la película da un giro hacia un desenlace increíble y excepcional. Es exquisito ver la forma que Woody Allen tiene de resolver la historia. Sinceramente, ¿a quien se le hubiera ocurrido mientras veía la película que aconteciera un final así? Puede que ha alguien, pero por lo general... No se. Yo no lo hubiera predicho. Y luego lo piensas y te das cuenta que es una reacción estúpida e irracional pero, que tal vez sea la única forma de volver las aguas a su cauce.
Lo que más me sorprendió y por ello lo que más destaco es el final del final. Chris Wilton se ha tomado la justicia por su mano pero todo indica que, al no tratarse precisamente de un asesino a sueldo especializado en crímenes pasionales, lo acabaran deteniendo. Quizá en cualquier otra película de Hollywood, (recuerdo, debido a su casi enfermiza necesidad por los finales felices), el protagonista hubiera rendido cuentas ante la policía. Pero no en este film. No con este director. Allen le da otro enfoque. Quiere que su chico se quede con la culpa. Que lleve la vida placentera que siempre ha querido pero que nunca vuelva a ser el mismo. La culpabilidad siempre le acompañara. Puede que hubiera sido más fácil para todos si lo hubieran identificado como el autor material de los crímenes, pero como dice la cabecera de la entrada (cita extraída literalmente de la película) la vida es quistión de suerte. Y el espectador se queda con la siguiente reflexión: ¿Que es la suerte y en que sentido nos beneficia o nos perjudica? Y sobretodo, ¿para que sirve? Momento memorable; cuando el anillo rebota en la barandilla del puente. Que caiga dentro es mala suerte, que salga a la mar, buena. ¿Verdad? Quien haya visto la película me entenderá y quien no, ya sabe...
Por todo ello, por la historia, por la intensidad, el ritmo, los personajes (incluso por la maldita banda sonora) pero sobretodo por su sublime final, creo que estamos delante de una obra maestra. Para mí sin duda, la segunda de la que hablo en este blog.
Como mínimo ante el mejor final que he visto jamás, de momento claro esta.
Suerte a todos.


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